Cansada, está cansada de sentirse así. No es nada fácil pasar página, duele, cuando crees que lo has superado, vuelves a caer en ese agujero oscuro,infinito. Las palabras,son las armas más poderosas, se te clavan en lo más profundo de tu ser; algunas pueden ser casi mortales, según cómo quieras reaccionar tras sentirlas en tu corazón, y ¿por qué no decirlo? En tu alma rota y marchita. Pero, ¿sabéis qué es lo más peligroso de todo? Que ese dolor, esa sensación de vacío es casi imperceptible. Nada como una sonrisa para engañar a esas personas que tienes a tu alrededor. Lágrimas escondidas, derramándose en la soledad extrema. Incapaz de dejarse ayudar o de pedir ayuda, porque cree que todo se resolverá con el tiempo, que no es relevante, no es la protagonista de esta historia; es, como mucho, un personaje que va de paso, que puede o no, ser útil para el caballero o la princesa que continúa con su historia, ajena al resto de habitantes de ese reino en mitad de ninguna parte. Una ansiedad creada por decisiones que una vez se tomaron y ahora son atacadas sin piedad por esas dudas incansables, esas que te arrebatan el sueño por las noches, que te obligan a tratar más a los seres queridos por estúpida, por permitir que otros manejen su vida como si de una marioneta se tratase. Toda, absolutamente toda su vida se ha sentido así. Puede que sea su forma de ser, puede incluso que se sienta acomplejada, insegura, frágil, y no, nadie más lo sabe. Evidentemente, no va a llegar más lejos, sólo quiere desahogarse con alguien que no la juzgue, que pueda animarla en sus momentos más dolorosos, como el de ahora mismo.