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La nostalgia atraviesa los cinco sentidos; seis, si consideramos la memoria como uno de ellos. Un sentimiento peculiar difícil de definir que nos invade en momentos inesperados: cuando olemos un perfume, oímos esa palabra que nos remonta al recuerdo, sentimos esa piel que solía ser suave, degustamos ese plato de comida como si fuera la primera vez.
          	
          	O cuando nuestros ojos captan ese paso de tiempo inevitable en aquel ser querido. Envejece su piel, su cabello, pero jamás su mirada. Porque nos aprecian con ese brillo que recordamos desde jóvenes; con cariño.
          	
          	Y, sin nuestro permiso, nuestra mente nos muestra ese recuerdo como una película. Es más significativo de lo que pensamos porque creímos haber olvidado ese momento. Pero no, la nostalgia se encarga de que no suceda. Como un aviso o una alarma. ¡Imagínense, entonces, la cantidad de momentos que están olvidados en el fondo de nuestra mente! Quizás, por qué no, rogándonos ser vistos nuevamente.
          	
          	Comprendo que las personas subestimen la nostalgia. Es peligrosa, pero depende de nosotros interpretarla como un recuerdo vivo de los que fuimos y razón de lo que somos ahora, y no como un tortuoso recordatorio de lo ingenuos y felices que fuimos. Por eso debemos tomar este sentimiento con pinzas…

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La nostalgia atraviesa los cinco sentidos; seis, si consideramos la memoria como uno de ellos. Un sentimiento peculiar difícil de definir que nos invade en momentos inesperados: cuando olemos un perfume, oímos esa palabra que nos remonta al recuerdo, sentimos esa piel que solía ser suave, degustamos ese plato de comida como si fuera la primera vez.
          
          O cuando nuestros ojos captan ese paso de tiempo inevitable en aquel ser querido. Envejece su piel, su cabello, pero jamás su mirada. Porque nos aprecian con ese brillo que recordamos desde jóvenes; con cariño.
          
          Y, sin nuestro permiso, nuestra mente nos muestra ese recuerdo como una película. Es más significativo de lo que pensamos porque creímos haber olvidado ese momento. Pero no, la nostalgia se encarga de que no suceda. Como un aviso o una alarma. ¡Imagínense, entonces, la cantidad de momentos que están olvidados en el fondo de nuestra mente! Quizás, por qué no, rogándonos ser vistos nuevamente.
          
          Comprendo que las personas subestimen la nostalgia. Es peligrosa, pero depende de nosotros interpretarla como un recuerdo vivo de los que fuimos y razón de lo que somos ahora, y no como un tortuoso recordatorio de lo ingenuos y felices que fuimos. Por eso debemos tomar este sentimiento con pinzas…