@Rebcin_RG2 ¿Sabes? No lo acepté hasta ahora. Me rehusaba porque... bueno, ya había salido de ella, ÉL ya me había liberado, ya estaba... bien. Había vencido, se había acabado todo. Yo era por fin feliz, en paz, completa, confiada, libre. Mi depresión fuerte nació cuando ya estaba en Cristo, pero creí que derivaba de que aún no le conocía bien y me faltaba una grande prueba de fe, obediencia en amor, como dice Romanos. Y sí, en buena parte. Pero pasaron 5 meses de dicha, cuando cometí un viejo error y desde entonces no quiero aceptar que haya vuelto. Hasta que leí tu mensaje. Es más, acabo de recordar que hasta hace poco, lo he estado reconociendo como «distimia», jaja, una depresión menor pero más prolongada, con tal de no decirle más «depresión» pero después de todo es un tipo de. ‘^^ Tenía hasta ahora la idea de que: «Está bien, sí, claro que un cristiano puede tener depresión y no ser por culpa de pecado» pero sigo negando que lo mío pueda ser por eso, es decir, que no pueda ser desvanecida si mantengo una buena e íntima relación con Dios. Puesto que en efecto supe que la primera, la fuerte, fue en parte por castigo/corrección (y por pedirle una prueba a Dios, jaja) pero para salir terminó importando mucho, de nuevo de parte de Él, el que tuviera en mente que ya mucho de eso estaba solo en mi mente enferma y cansada, y no que era mi culpa; entonces, entendí que era que cuando superas aquello que sí es tu responsabilidad en la depresión, para superar aquello que no es tu responsabilidad necesitas la fuerza de lo primero. Y... ahora, se puede decir, sí, debo tener distimia, aunque no debo autodiagnosticarme. (Pero la depre fuerte hace años, sí fue diagnosticada.)