No lo busques.
No marques su número. No revises si está en línea. No te engañes pensando que esta vez va a ser diferente.
Él sabe que estás ahí. Que sigues esperando. Que aunque te duela, sigues al pie del cañón.
Y eso es lo peor.
Sabe que puede desaparecer, hacerte pedazos y volver cuando se le antoje. Porque tú siempre estás. Porque él ya no tiene que esforzarse.
Y mientras tú te rompes por dentro, él duerme tranquilo.
Le da igual si dejaste de comer, si no puedes dormir, si te la pasas mirando el teléfono esperando un mensaje que no va a llegar.
No es que no sepa lo que hace. Es que no le importa.
Así que sí, llora. Encerrarte unos días no te va a matar. Ya estás en el suelo, no puedes caer más bajo. Pero no te humilles.
No lo llames.
No porque no lo ames, sino porque te mereces algo mejor que alguien que juega contigo.
Haz lo que tengas que hacer: arréglate, grita, sal, lee, camina. Lo que sea menos volver a esa relación que te está consumiendo.
Porque si tienes que rogarle a alguien para que se quede… entonces no se merece estar en tu vida.
El amor no se implora. Y quien te quiere, no te rompe✍️