Y ella tenía el bien y el mal en los ojos, el brillo de su niñez y la sombra de su adultez, en sus ojos se veía las lineas de expresión que para algunos son causadas por una sonrisa sincera y para otros pura hipocresía. No sabía bien cual de las dos era, de la honesta felicidad abandono esos ojos, pequeños y parpados caidos antes de lo aconsejable, aún de niña era meditabunda, se perdía en los recuerdos y las fantasias que no contaba ni contaría a nadie, fantasias que plazmaba en un papel de vez en cuando para romperlo después, fantasias que soñaba antes de que las sobreviniera el insomnio luego, sencillamente no pudo escribirlas mas, no de forma sincera aunque podía inventar mentiras, mentiras que venian de la mano con frases de canciones o poemas que ya hubiera leido.
Esos homunculos deformes y traicioneros que tanto se parecian a poemas e historias reales eran alabados por sus mentores que querian, tomara partido por uno de ellos, mas ella que bailaba con la Muerte imaginando que era como Joe Black no estaba interesada, creía, que cegada estaba, que ser adulta era facíl que conseguiría un lugar sin depender de aduladores, debío dejar a la Parca donde estaba la muy cruel no la tenía en su lista y no deseaba decirselo. Los aduladores se fueron, con el tiempo no les intereso, tampoco los volvió a ver ni saber de ellos. La adulta no supo como hacerlo, no lo sabe aún mas tampoco sabe cuando vendrá su amante por ella, quizá, viva un centenar mas no sabe ni que hacer, mientras tanto pierde el tiempo mas no la cara de niña ahora con las sombras poblando su mirada; rememora de vez en cuando la niña que fue, esta se despereza, hace sus ojos brillar y se vuelve a dormir.