Ocurrió, todo ha terminado. Un mensaje tan corto como directo. No necesito nada más para saber que no me quiere a su lado. No lo entiendo, pero lo acepto. Me duele verla alejarse de mi, quien alguna vez prometió amarla y esperarla hasta el final de los días. Tal vez no era amor, sino deseo. El deseo de poseerla y convertirme en el dueño de su ser, de bañarme en el riego de su alma y ahogarme en el perfume de su piel. Un deseo egoísta, oculto entre palabras adornadas. Más no importa nada más, puesto que todo ha terminado, incluído mi deseo.