Después de muchos días de
incertidumbre y angustia,
el chico apareció un día
sin previo aviso, como si
el tiempo lo hubiera tragado
y lo hubiera escupido de nuevo.
Era imposible no notarlo al
instante: su cabello rubio, ligera-
-mente despeinado por el viento,
brillaba bajo la luz tenue del atar-
-decer. Sus ojos azules, era el
tan buscado Franklin Richards.
La casa de su novia estaba en
silencio, como siempre, pero
algo había cambiado. El no sabía
si lo esperaba, si lo vería alegre o
solo le reclamaría. Él no dijo nada
al principio. Solo observó la fachada
de la casa, como si necesitara un
momento para asegurarse de que
estaba en el lugar correcto. Luego,
finalmente tocó la puerta. / ¿Chloe?