SoyAziraphaleZFell
Ansiedad. Ansiedad, desesperación y... ¿miedo? No, no era miedo, era un sentimiento que no podría describir. Además, muchas emociones estaban pasando para él en ese momento; recordaba el beso, aquel beso que le había hecho dudar tanto y que más sin embargo, había disfrutado tanto. Fue un tonto. Fue un tonto al haberse ido aquel día, fue un tonto al dejar aquella librería que tanto amaba... Fue un idiota.. Al abandonar a su compañero. Su mejor amigo. La única persona que había estado con él... ¿Probablemente el amor de su vida? No lo sabía. Aunque eso no era relevante - un poco sí, por supuesto -. Pero ahora, ahora necesitaba arreglar las cosas y explicarle a cierto demonio el motivo por él cuál se marchó.
Suspiró suavemente al observar el distinguido carro negro estacionado a las afueras de la librería. Pensó que tal vez él estaría allí. A paso lento, abrió la puerta y entro a aquel lugar. A aquella librería dónde habían muchos recuerdos y que ahora más sin embargo, estaba sola, y probablemente, cierto demonio también estaría allí en aquel lugar tan grande y llenó de recuerdos. Cerró sus ojos, respiró profundamente y decidió hablar.
⠀⠀⠀⠀⠀— ¿Crowley?..." Dijo en voz baja, buscando con la mirada al demonio.
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¡Crowley! — Dijo, y no pudo evitar sonrojarse un poco ante las palabras del demonio. Suspiro y negó con la cabeza mientras acariciaba su cabello con delicadeza, quería darle atención y cuidados en ese momento, era lo menos que podía hacer después de su momento tan apasionado y romántico. — Bien... Si lo dices así suena un poco explícito... Y grosero... Pero me alegro mucho de que te haya gustado, para mí también fue perfecto. — Mencionó sonriendo mientras repartía pequeños besos en su rostro.
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No tienes porque, creo que estás perfecto así. Aunque estaría mejor que ambos estuviéramos completamente limpios. — Dijo, limpiando el sudor de su amado y acomodando los mechones de cabello que caían de su frente. Con un pequeño milagro hizo que ambos estuvieran limpios nuevamente, aunque claramente aún desnudos. El ángel salió con cuidado del interior del demonio, retirando con suma delicadeza su hombría. Lo tomó entre sus brazos y se levantó para ir a la habitación, estando allí lo recostó en la cama y también hizo lo mismo, cubriendolos a ambos con las sábanas. Aziraphale comenzó a repartir pequeños besos alrededor del rostro del demonio, ahora quería procurarse de que estuviera bien. — ¿Estás bien querido? ¿Fui demasiado brusco? — Preguntó, realmente un poco preocupado.
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El ángel sintió el líquido espeso y pegajoso manchar su abdomen, pero no se quejo ante ello. Sólo bastaron un par de embestidas más para que también llegará al orgasmo, liberando su semilla dentro del interior del demonio. Jadeo cansado, tratando de regular su respiración mientras lo miraba con un rubor en sus mejillas. — Dios santo... Tengo mis talentos ocultos, querido. — Dijo, dejando escapar una risita mientras lo miraba.