Fleur Crawford nació en una lujosa mansión en el corazón de la ciudad. Su padre, Alexander Crawford, era un magnate de la tecnología cuya fortuna había crecido exponencialmente gracias a su ingenio y visión. Desde temprana edad, Fleur disfrutó de una vida de comodidades y opulencia, pero su corazón anhelaba algo más que la riqueza material.
A pesar de tener todo a su alcance, Fleur siempre fue una niña curiosa y amable. Desde pequeña, mostró un profundo interés por las artes y la lectura. A menudo, pasaba horas explorando la extensa biblioteca de la mansión de su padre y se sumergía en mundos imaginarios a través de la lectura. El dibujo también se convirtió en su pasión, y se dedicó a aprender a dibujar y a componer sus propias obras de arte.