SoyRumiUsagiyama

Kuro, Kuro. Por favor, ¡necesito que cocines esta receta! / con su celular, mostró un plato de carne. Dicen que sabe riquísimo. 

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/ ante aquel abrazo, recargó su cuerpo en aquellos firmes brazos, subiéndole las manos a su vientre.  Seguro que queda riquísimo, confíamos plenamente en tus habilidades culinarias.
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Yo lo sé, ¡odio la carne! Pero los cachorros me tienen antojada de carne. / un pucherito se formó en sus labios, posando sus manos en su abultadito vientre.  Además... Me están haciendo estar más gorda, eso no me está gustando. 
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/ la brisa nocturna calaba en lo más profundo del cuerpo de aquella heroína, quién volvía a patrullar. sentada en el borde de aquella azotea, Mirko no podía evitar pensar en lo que – semanas atrás – había acontecido con quién juraba que era su rival, Nightfang. las consecuencias eran rotundas, y pocas soluciones veía para su grave caso. 

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Es lo que tiene llevar a tus cachorros. ╱ se dejó besar las mejillas, cerrando sus ojitos en el proceso. terminó sentándose en las piernas del lobo, con sus manitas apoyadas en su estómago mientras que movía un poco las orejitas.   ¿Podríamos darnos un baño? Me siento un poco sucia, además de que quiero ponerme algo calentito. Porfis, lobito.
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Por supuesto que lo haré, pero en mi cuerpo somos tres y estoy muy cansada. ╱ bostezó un poco, aprovechando la cercanía para tirarse encima del robusto cuerpo del lobo. ahí, Rumi apoyó su mentón en el torso tan calentito del azabache, moviendo un poco su colita mientras que su naricita lo olfateaba.  Dame mimos, ¡quiero besos!
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/ con las pocas fuerzas que le quedaban, la albina se alzó con ligereza, tomándole sus mejillas para así dejarle un casto beso en sus labios.  Kuro... G-ganaste, no... No puedo más. 
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/ en cada patrullaje nocturno, la heroína Mirko siempre iba al mismo edificio con aquella amplia azotea para observar los peligros de la zona, también para descansar de lo duro que era el trabajo. aquella noche, la mujer de cabeos blancos no esperaba encontrarse con aquel héroe con el que tenía una peculiar relación de rivalidad-profesionalidad.   Vaya, así que invades mi espacio también, Nightfang. Si tanta admiración me tienes, podrías pedirme un autógrafo y con gusto te doy todo o que quieras.

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╱ las orejitas de la coneja se pusieron de punta ante aquellos mordiscos, no pudiendo evitar gritar de placer ante ellos. sus cabellos albinos caían por el piso, por su rostro, su pecho subía y bajaba con irregularidad mientras que el orgasmo solo provocaba la contracción de sus paredes vaginales. desesperada, Rumi atrapó los labios de Kuro, besándole con una devoción impropia de aquella a la que el lobo consideraba su rival.
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╱ sus labios comenzaron a succionar el cuello del hombre, dejándole pequeñas marcas que cada vez hacía con mayor debilidad. el robusto cuerpo de la albina solo podía temblar ante las corrientes de placer que le azotaban, jamás había experimentado un clímax tan intenso.   A-ahí, por favor, sigue, n-ni se te ocurra salir. 
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╱ ante aquellas palabras, su rostro enrojeció notoriamente, solo pudiendo balbucear el nombre del lobo entre suaves gemidos. su espalda se arqueó ante cada estocada, terminando por dejar caer sus piernas en el frío suelo en el que había sido depositada.   Mierda, ¡Kuro! K-Kuro, joder. ╱ entre pequeños sollozos placebos, Mirko terminó por morder el hombro de Nightfang, buscando reprimir sus gritos.
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