Su respiración se fue calmando poco a poco, hasta que dejó escapar un suspiro. Lo miró con serenidad, y, casi sin pensarlo, su cuerpo respondió acercándose a él. Apoyó la cabeza en su hombro y deslizó las manos por su espalda, abrazándolo con suavidad. —No te preocupes... Me gustó. Pero este no es el lugar, ¿verdad?