4 de julio de 1985. Varsovia, Polonia.
Su mirada azul claro refleja una profundidad emocional que invita a la exploración. Mantiene una presencia imponente, gracias a su seguridad y autenticidad, aún cuando no acostumbra a tener un carácter fuerte. Łukasz mantiene un recóndito sentimentalismo, a pesar de no haber tenido el mejor ejemplo de "amor" por la relación de sus padres nunca se privó de indagar en el tema, aunque frío, su corazón aguarda de un romance pulcro.
Disfruta de pasear por el parque en otoño, cuando las hojas cambian de color y el aire se llena de ese olor a tierra húmeda. Le gusta sentarse en un café acogedor, rodeado de libros y conversaciones susurradas, y disfrutar de un café a solas mientras observa a la gente pasar. Su pasión por la música clásica y el jazz es contagiosa. Puede pasar horas escuchando a Chopin o Coltrane, perdiéndose en la melodía y la armonía. De su devoción por la música nace su pasatiempo más preciado; tocar el violín.
Su amor por la literatura polaca y rusa lo ha llevado a devorar obras de Mickiewicz y Dostoievski, al igual que goza de ver series y películas, sobre todo las fantasiosas, dejándose llevar por el gusto que le tiene a los cómics.
Lo que verdaderamente define a Kozlowski es su capacidad de escuchar. Puede pasar horas sentado en silencio, escuchando a alguien que necesita desahogarse. Su empatía es un regalo que da sin esperar nada a cambio, no se considera alguien que exprese muy bien sus sentimientos pero trata de comunicar y exteriorizar sus emociones con acciones, acordes y letras.