Yo no bromeo. En mi defensa, creía que venías detrás de mí, y cuando me quise dar cuenta ya no estabas; me dejaste hablando solo. ¡No es mi culpa que te entretengas en cada tienda! Tardas demasiado. No es como si fuera papá. Y tampoco seas tan quejica, que por mal vibrosa se te va a caer el cabello de tanto estrés innecesario que traes. Por favor, no. Dios me libre. Estar encadenado a ti es una de mis peores pesadillas... Estaré más pendiente la próxima vez, pero no te prometo nada, Min.