¿Cómo estás? Espero que bien, aquí estoy yo, de nuevo escribiéndote "cartas", las llamo así porque lo dije una vez, hace mucho tiempo. Tontas cartas que leerás tarde, o no leerás, no te preocupes, es divertido, aunque quisiera que no fuera así, porque la ansiedad de ver tu respuesta me encierra la mente. Una vez dijiste que soy como un niño, creo que tienes razón, aunque me cueste aceptarlo, me fijo demasiado en las cosas simples, y las cosas simples para bien o para mal me hacen reír, también lloro por ellas, como haría por ti. Quisiera verte, es extraña esta sensación dentro de mí, que por fin se atreve a volver y decirte la verdad certera y consiza ante una respuesta como esos gestos pequeños que cambian todo tu semblante facial, aunque no creo necesario decirlo, pues para el fin de la carta ya lo habrás entendido; decirte que me has abierto un sinfín de océanos llenos de profundidad por explorar, jamás he estado tan seguro de algo en mi vida. Eres como los rayos de sol que se asoman por la ventana de mi habitación en pleno invierno, mi invierno, un invierno paralizador y constante, sin embargo vale la pena pasar por él, tan sólo sabiendo que al final esos destellos de luz estarán ahí, por esos rayos que eres, que me recuerdan a las tardes en el centro de la ciudad. Esas estructuras que me gustaría visitar contigo ahora, sin embargo, el tiempo es mi nuevo vecino y aunque lo veo pasar, no puedo detenerlo para pedirle que espere por mí esperándote a ti.
Te extraña siempre,
- Johnny.
