SoySika
uhm... aburrido.
@SoySika
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uhm... aburrido.
/inundarlo de su aroma (?)
/rodar por el suelo.
Sika, sika, sika
/Muak.
no sé por qué sale... liquido brillante de mis ojos. quema.
brillo menos de lo usual.
Al verlo, le sonrió con amor y le dio un golpecito suave en la nariz con su otra mano, como si el gesto se le hiciera divertido. Inclinó la cabeza hacia un lado en un claro entendimiento de que lo estaba escuchando y lo que tenía que decir le interesaba. —¿Otra? No sabía que había otra, pequeño —le dijo frunciendo el ceño. —Y... cuando te acercaste, ¿pasó algo?
entrecerró los ojos y se dejó llevar, antes de fijar la mirada en ella. arrugó la nariz y trató de abrir más los ojos. —no lo sé... yo creí que acercándome a la otra iba a estar mejor. @SoyVyxia
Eres una estrellita muy bonita.
Sika, sika, sika. ¿Puedo acariciarte el rostro?
Todo pareció enriquecerse del fuego más puro y salvaje de todos los tiempos. El sentido de pertenencia se envolvió en ella como un manto suave, brillante, candente. Su pequeña estrella, su alma, pareció oír la melodía ajena y quiso cantar su canto lleno de polvo de estrellas. Los rizos parduscos le recordaron a las plumas de los cuervos que, oscuros, danzaron despeinados en contra del sol. Al igual que él, ella estaba aprendiendo a complacerlo, a entenderlo y ayudarlo. Sus brazos la envolvieron en sorpresa y amor, tal vez era muy pronto para hablar de amor, pero la dragona solo tenía que mirarlo a los ojos para saber que siempre estaría con él. Vyxia dejó de tocarlo para atraparlo en un abrazo propio y el destino pareció girar entre ellos como dos criaturas que extrañamente jamás debieron encontrarse. En ese momento ella entendió lo que quiso decir mediante su gesto. Ronroneo de nuevo, plácida, amorosa. —Tal vez es mucho y no estás preparado —comenzó tiernamente —pero no me importa, soy egoísta y no puedo dejarte ir. Te quiero por y para siempre.
Levantó suavemente la mano y sus nudillos tocaron sutilmente las mejillas de la estrella caída. Estiró los dedos y acunó el pómulo ajeno, luego fue acercando su cabeza hasta rozar ambas narices en una caricia lenta. Un bajo sonido salió de su pecho, un ronroneo que delató la privacidad de tan íntimo acto. Sus iris del color del cielo, brillantes y poderosos, jamás dejaron de mirar a las dos piscinas esmeraldas marcadas de inocencia. Sus manos bajaron hasta acariciar el cuello y su pecho, justo allí, donde un corazón latía. —¿Te gusta? —preguntó, cuidadosa, en un tono bajo.
El cambio se sentía en el aire. De eso, la criatura estaba segura. Podía sentirlo en cada escama de su cuerpo y en las vibraciones que cada ave emitía. Sobrevolando el campo, cerca del anochecer, el dragón albino buscó algún objeto de interés. La noche estaba fría, pero su cuerpo generaba tanto calor que parecía que saliera humo de ella. Y, en aquella noche donde el sol dormía y la luna salía, algo más iluminó el cielo estrellado. Y la Canción de los Dragones volvió a comenzar en el mundo. Inició como una luz pequeña, blanca y extraña. A medida que avanzaba el viento se revolvía con tanta fuerza que provocó que una de las membranas de sus alas se doblara levemente. La luz se volvió insoportable al punto de temer que la dejaría ciega. Ahogando un exasperado gruñido, aterrizó sin desenfreno en la tierra cubriéndose con sus alas. Luego, la luz consumió todo a su paso. No sabe en que momento los humanos dejaron de ser aquellas personas arcaicas para llegar a lo que eran hoy en día. El humo de un color negruzco le generó una mueca de disgusto que pronto sintió que se transformaban en arcadas. El olor humano inundaba cada esquina de aquella ciudad que no muy antaño había sido un pequeño pueblo donde solía cazar ovejas cuando era una dracolita.
Desvío la mirada, apretó los labios raspados, ansiando agua que no estuviese sucia y contaminada. El olor feo a pis y otros desechos inundaron de nuevo sus sentidos afinados y luchó contra el instinto de convertirse en lo que era y acorralar al ganado. Sika frenó, habló de algo, apretó su mano y finalmente la dragona volvió a la realidad. La mano de la estrella estaba fría ante sus dedos calientes y en un movimiento involuntario, envolvió sus manos con las propias y las llevo a sus labios para calentarlas. Olio su aroma, no la suciedad, sino un aroma que podría envolver el alma. Que extraños atrevimientos se tomaba la dragona aunque actuara por instinto. Una media sonrisa, conocedora, asomó por su rostro. —Me conoces a mí—dijo sin levantar la voz y ojos brillantes; un sentimiento posesivo asomando en las profundidades de su personalidad, casi un deseo. Dejo ir sus manos de sus labios y lo arrastró lejos de la ciudadela,pasando edificios y máquinas—Iremos—le confirmó. —Los conocerás a todos, tienen que saber. Luego nos iremos, tu y yo.
el mundo está a punto de cambiar; la vida tal y como se conoce está a punto de cambiar. ¿puede quedar todo escrito en una luz eterna? no sabía quién leería sobre ellos en el futuro, quién iba a acompañarlo cuando no quedara nada más que cenizas y polvo, pero en ese instante, no le importaba. @SoyVyxiaDC
la muerte es inevitable. a todo el mundo le llega la hora de morir, tarde o temprano. el cuerpo del chico había dejado de moverse; se había ahogado con su propia sangre, la había tosido y se había atragantado. el líquido carmín se escapó por aquel agujero en su costado, bajo una de sus costillas, tal y como lo hacía el vino de algún barril de un burdel sucio de askia. sus ojos perdieron color y su rostro, enrojecido por la fiebre, terminó palideciendo. después, quedó vacío: y él tomó el recipiente. la muerte es inevitable. su mirada se dirigió a la dragón y siguió pensando en sus palabras: "no, no podemos morir". no era eso a lo que sika se refería. nadie muere por completo hasta que se deja de pensar en esa persona: nadie muere hasta que su nombre deja de resonar en el mundo, o hasta que su recuerdo se desvanece. su recuerdo seguiría con él, pasara lo que pasara. —quiero conocerlos. —pidió. frenó de golpe y quedó parado frente a ella. su ceño se había fruncido, necesitaba que le escuchara, y necesitaba que comprendiera exactamente aquello que quería decir. —a todos. —es imposible conocer a todo el mundo, esto él lo desconocía. —quiero conocer a los dragones. —apretó los labios. —no pueden morir, y yo ayudo. —volvió a repetir. tiró de su mano, la apretó, aunque su fuerza física fuera prácticamente nula. la forma que había tomado no era especialmente fuerte, y los humanos de por sí no lo eran. las estrellas tampoco. sólo eran cuerpos celestes, ¿no? —vamos. a verlos. —siguió insistiendo, con la idea de ahora seguirla. no debería estar ahí: ¿y ella? ¿acaso él pertenecía con ella? una sensación que no podía identificar inundó su pecho, revolvió su estómago. asintió con la cabeza, dispuesto a dejar que lo llevara donde ella quisiera.
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