Cuarenta años parecen una eternidad... pero se van en un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos. Una última taza de café, esa que lleva cuarenta años de amor contenido, de palabras no dichas, de miradas que lo dijeron todo. Un último instante. Un último abrazo. Tantas cosas pudiste haber hecho, Fekeli... tanto que pudo ser, y sin embargo, todo se fue con el último aliento de Hünkar...
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