Ramadán es un mes sagrado, un tiempo de introspección, conexión con Allah y fortalecimiento de la fe. Se nos enseña que es un período de ayuno, oración y caridad, donde la simplicidad y la moderación son esenciales. Sin embargo, en los últimos años, parece que el espíritu de este mes se ha ido distorsionando.
Hoy en día, si no tienes una abaya nueva, una sajjada personalizada, la mesa llena de dulces o un iftar digno de una fiesta, pareciera que no estás "celebrando" correctamente. Lo que debería ser un tiempo de desapego material y enfoque espiritual se ha convertido, en muchos casos, en una temporada de consumismo desenfrenado.
Se entiende la emoción y la ilusión por Ramadán, pero debemos recordar que su esencia no está en lo material, sino en la cercanía con Allah. No en lo que compramos, sino en lo que purificamos de nuestro corazón.