Un buen día un psicólogo acudió a tratar a un paciente, un niño, a petición de su familia lo evaluó y lo trató, pero al cabo de un tiempo, se dio cuenta (a pesar de ser ateo) que habia algo siniestro en el chico, cualquiera diríamos que estaba poseido, sin embargo el científico se negó a ello y pensó en base a su ciencia lo cual le dictó una sencilla conclusión, que independientemente de la causa el niño debía ser internado de manera definitiva en un psiquiátrico... La historia nos prueba que no fue así, el chico se convirtió en la bestia, esa bestia llamada Hitler, el psicólogo que recomendó esta solución que fue ignorado es nada más y nada menos que: Sigmund Freud