Quizá un día sabremos si cruzamos palabras en el pasado, mientras tanto te cuento que ahora me llamo Miranda, he dormido doce horas como recompensa propia y no encontré uno de mis postres preferidos en las tres tiendas cercanas a mi casa por lo que si bien no estoy frunciendo el ceño, podría dar un golpe en la garganta con el costado exterior de mi mano súbitamente si alguien me da la oportunidad. ¿Qué hay de ti? ¿Cuál es tu nombre y forma de lidear con mañanas odiosas?