Probablemente a nadie le importa, quizá tampoco nadie me diga algo o, con bastante posibilidad, ningún alma hablará de lo mismo; aun así, espero todos aquellos que estén o vivan en México (cualquier parte de la República, para ser exactos) se encuentren bien.
No soy alguien de orar o mucho menos pedirle a un Dios por el bien común, pese a que irónicamente creo en uno. De igual forma, no solamente hoy hubo este tipo de accidentes, sino todos los días desde semanas pasadas y lo que resta por vivir.
El mundo está cambiando, el universo nos está gritando.
Y nosotros nos seguimos tomando las cosas con facilidad.
No voy a contar relatos largos sobre el cómo o por qué deberíamos hacer algo por todo este desastre, pero le pido a Dios, o a cualquier deidad en los que ustedes crean, que todo esté y siga bien; tomen precauciones, aprendan maniobras de seguridad, aprendan a usar botiquínes/extintores y tengan a la mano los números o contactos de emergencia. Al que esté leyendo ésto, cuídese, porque un día estamos riendo y al otro podemos llorar por una pérdida.