- Aléjate de mi. -Dijo. Estaba a menos de un metro de mi, pero sus palabras se estancaban en el aire, o quizá mi interior aun estaba procesando su confesión, lo oía muy despacio. Su voz parecía prevenir de muy lejos, quizá del fondo de su jodida alma. -No soy lo que una princesa esperaría de el amor de su vida.
Quizá le habría hecho caso, quizá habría salido corriendo de allí, tomado el primer taxi que estuviera dispuesto llevarme a la mierda del mundo y alejarme lo mas posible de él. Quizá lo hubiera hecho si yo si hubiera sido la princesa que el me estaba creyendo. Tal vez si mi vida fuera genial, si mi pasado hubiera sido perfecto y fácil, si yo me quisiera lo suficiente como para saber que era lo mejor para mi. Si siquiera aun me quisiera. Pero estaba mas cerca de dominar el infierno que de ser un ángel, estaba tan hundida en mi mierda como él, portaba la oscuridad en la piel y las sombras en la espalda. Los demonios estaban conmigo en todo momento, casi parecían protegerme.
Temerle a su historia seria como rendirme a la mia.
No deje de mirarlo a los ojos al momento en que comencé a hacer sonar mis tacones sobre la acera hacia él. Nuestras narices casi chocaron, mi mirada se volvió fría, su respiración pesada.
Sonreí.
-Juegas con fuego. -Gruño
- Me gustan los retos.
- No digas que no te lo advertí.
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Ojala te guste.