Me levanto y me acuesto temprano, incluidos los sábados. Las duchas, por la noche y calientes, para ayudarme a dormir. Con el tiempo me he convertido en un saco de manías y solo tomo decisiones después de estudiar las ventajas y desventajas. Paradójicamente, aquellas que me han cambiado la vida, nacieron de la espontaneidad.

Soy feliz desayunando, a ser posible con café y sol, y creo firmemente que no hay mejor dúo que el plátano con chocolate. <¿O era chocolate con plátano?> El helado de stracciatella, siempre.

Enamorada de la soledad, la compañía es mi amante ocasional. No sé si más tímida o insegura, soy de las que prepara conversaciones en la cabeza antes de hablar. No siempre, claro está. Bien podría ser la líder de los introvertidos comunicativos: necesito diálogos pero vivo en un país donde estoy limitada a unas 8.000 palabras. Mezclo idiomas constantemente y me avergüenzo de ello. 

Soy la que nunca quiere ir a fiestas, pero una vez en ellas piensa que "tampoco está tan mal" y sonríe al día siguiente recordando esos momentos. No creo que en la vida haya gastado más de 20 euros en productos de maquillaje: "ante todo la comodidad", aunque una parte de mí desee en secreto ser más coqueta. Empática y divertida con algunos. Distante y desconfiada con muchos. 

No soy quien pensé que sería. Soy una persona corriente. Pero mis sueños son extraordinarios. ¿Me lees?