Amada mía, estos cortos días me han hecho conocer que te mereces la mayor fortuna y seamos sinceras, esa no soy yo. ¿Qué le puede dar una flor marchita a una alegre jardinera? Absolutamente nada, probablemente pena, pero no la sientas por mí; odiaria recibir eso de tu parte. Solo necesito tiempo, si me esperas, podría sanar y seríamos felices juntas, pero hay flores, ramos y decoraciones esperando por ti. Yo no soy ni siquiera una opción para la belleza que posees, será una desperdicio tenerte conmigo ciegamente. No fuiste mía, pero para mi alma lo eras, amada mía, hoy te dejaré libre pero no evitaré llorar por ti en las noches más tristes, pensando en qué hubiese pasado si no fuera una cobarde.