Y fue este mismo puño el que con sangre juró que no se trataba de amor.
No se cuantas lluvias habrán pasado desde entonces, sólo puedo asegurarles que su corazón bebió cada una de ellas, como si fuesen lágrimas de paz para su alma.
No se cuantos momentos verdaderos le di, pero puedo decirles que él los convirtió en únicos.
Tampoco recuerdo el dolor que dejaba su aroma luego de cada final, luego de cada partida... Es que era tan bonito verlo regresar,
así... como un niño pidiendo perdón... así... como un caballero robando su reina.
Dejé de creer en él... la noche que dejó de mentirme palabras de amor.
Entonces, siendo parte de sus sueños, comencé a creer en ellos.
Y tu pregunta viene como puñal incrédulo... Cómo existe tal historia de amor estando tan separados y tan íntimamente ligados uno con el otro? Y mi respuesta es tan simple...
Pasa cualquier tarde por aquella esquina...
Y verás dos corazones heridos, bailando en un charco y sanándose con esperanzas. Y verás la simpleza de dos vidas separadas, riéndose de ellos mismos, en cada encuentro. Y se va sin lágrimas... y vuelve con sueños...
ESTO ES SOLO UN RELATO MÍO, UNA SUICIDA
Por eso para cada mañana le dejé todos mis sentidos, para cada despertar, puse mi corazón a su lado, sólo para que le cuente sus sueños.
En cada tarde de domingo lo recordaría, riéndome en mi propia complicidad.
Y para cada noche, cualquiera sea, quedaría velando como una estrella... sólo para darle mi luz a su lado más oscuro.
Se llevó en su boca el sonido de mi risa.
Supo embriagarse con el sabor de mis lágrimas y dibujó mis ojos con el color de su sangre... para que ya no me vaya de su memoria.
Y cualquier final en esta historia sería divino porque la historia empieza con cada final y termina siempre cada vez que despierta de su sueño. Mientras todo sigue afuera como siempre... él se vuelve más real y yo... yo había jurado que no se trataba de amor.