Tengo 18, vivía en el sur de Chile, y lo extraño. Ahora estoy metido en Concepción. Me gusta tocar guitarra, eléctrica y acústica pero más bien hago ruido en vez de música. Me gusta, me encanta el chocolate, pero me hace mal. El té, bien cargado y sin azúcar. Solía ser el mejor de los mediocres. Ahora soy el mediocre entre los mejores. Soy egocéntrico, pero de una manera desinteresada, podría decirse, aunque también podría decirse de muchas maneras. Soy bipolar, o quizá tripolar, o ultrapolar. Soy cambiante. Como bien me dijo alguien, soy lo menos predecible que existe. Soy enfermizo, flaco, se me dan los idiomas, (al menos eso pensaba) pero no soy bueno para hablar. Podría decirse que no me conozco, pero sería parcialmente incorrecto, ya que este manifiesto es mi auto-conocimiento. Aún así, hay partes de mi que todavía no descubro. Como, por ejemplo, mi fuerte. Me encanta mi segundo nombre, pero lo dejaré en secreto. A veces creo que tengo poca experiencia, en  ese ámbito cuyo nombre omitiré, (empieza con a, termina con mor) pero supongo que la vida se encarga de darte experiencia, por las buenas o por las malas. Confieso que tengo fascinación por el fuego, soy un pirómano empedernido. ¿Alguien mas se ha detenido a admirar la belleza de una llama? Son simplemente sublimes. Y parte de su majestuosidad reside en su poder destructivo. Como ya habrán notado, tengo capacidades de elocuencia escrita, o charlatanería, o chamullo, llámese como quiera. Solo sé que tengo el don de escribir tanta mierda con un poco de inspiración. Sólo un poco. 

¿Alguien se ha dado cuenta de que los niños ya no son los de antes? Pero, quien soy para juzgar la cultura de una nueva generación. 

Mierda. Creo que me he dado cuenta de que soy un viejo en el maltrecho cuerpo de un joven.