Lucas quería entrar a la casa de Fulanito. Quería visitarlo pero, eso sí, deseaba que nadie más que él se enteren de su visita.
Es por ello que eligió el entrar por la ventana de su habitación, una puerta bastante inusual sin dudas, que antes tenía que conseguir abrir.
Tomó una pequeña piedra del jardín aledaño, y la golpeó contra el cristal, para llamar la atención de su amigo. Fue inútil.
Reiteró en su accionar, y a la tercera parecía haber una respuesta: se abrió, alguien parecía abrirla desde dentro, y poco a poco pudo ver la silueta del rostro de Fulanito saliendo del halo de luz. Sabía que ya estaba dentro de la casa.