Supongo que al igual que en el cine la literatura es un arte del que se aprende progresivamente y no se puede juzgar a nadie por lo que lee, más sin embargo, debo dejar en claro que eso no le quita a nadie los gustos «poco desarrollados». Y es curioso que en yuxtaposición, otras personas se matan por la irregularidad y el tono propio lo cual es hilarante cada vez que veo un trabajo de Alejandro G. Iñarritu, alias señor pretencioso por muchos, lo cual me catapulta a una realidad que nadie acaba por ver:
Tú puedes juzgar una película dando por lo general una calificación positiva o negativa.
En otros casos, la gente estudia el método, resaltando la creatividad y ejecución, que es sin duda aquél carácter más preciso al medirse.
Por un lado, uno disfruta como un mono cuando come bananas y por el otro, la persona se nutre de la calidad visual, auditiva o literaria llevando a otro nivel sus sentidos, tanto es así, que experimentas emociones como el desconcierto, la alegría y la plenitud, regalando así una de las experiencias más gratificantes que puedes sentir por el arte, solo superado por que alaben el tuyo propio.
Ahora, el primero por su «Ignorancia» puede inflar una calificación o lo que es peor; menospreciar una obra de arte por “ser” un sinsentido o galimatías.
El primer grupo es también el que olisquea fracaso con solo verlo y se deja llevar por algo como el título o un premio,el segundo tampoco se salva de esto último, sin embargo, ya formado un criterio propio es difícil juzgar una obra por lo que dice otro mortal, o ese es un ideal que yo poseo (a medias debo agregar).
Unas obras son acribilladas por ser simplistas y otras por ser complejas, lo que la gente no entiende es que una película «simplista» puede estar rebosante de calidad y un producto complejo puede ser la cosa más entretenida y fabulosa que veas en una sala de cine.