El dios se encontraba en un pueblo pequeño mientras completaba una sencilla —y larga— misión; estaba cansado, muy cansado por haber caminado bajo las brasas del sol durante horas pero se negaba a detenerse diciéndose a sí mismo: “entre más descansos des, más tiempo te tomará terminar la misión” y aunque se lo hubiera dicho hace horas atrás y evitara prestarle atención a las necesidades de su cuerpo este ya no daba para más. Por lo que, ligeramente dudando, se acercó a una tienda de té, esperando a que esta estuviera abierta.