HARRYWARDENMYBELOVED
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[La balada de Prusia] ──Las paredes de la habitación eran vagamente iluminadas por las velas de una débil llama muerta, una cama con sábanas blancas y elegantes, tan pulcras como el dueño de la habitación, en los muebles de una antigua madera de roble yacen libros empolvados y planos antiguos, un candelabro de velas derretidas y las largas cortinas de seda abiertas para dejar entrar la luz de la noche, la luna grande y brillante, preciosa y magnífica, acompañante de sus penas y victorias. Los pasos de sus botas altas resuenan en la habitación con un eco, sus ojos de iris azul poseen una mirada serena, con unas bellas largas pestañas y párpados caídos proyectando una mirada compasiva por naturaleza, aquellas largas y bellas alas negras de plumas grandes y agraciadas, tan brillantes y suaves cual algodón, sus pasos se detienen en seco frente a él, inclinando su cuerpo ligeramente, el ser posa sus manos enguantadas en sus labios sin previo aviso o sin ningún permiso, casi descarado de su parte, pero no hace más que disfrutar la sensación de poseer poder bajo alguien cómo él, con el puño cerrado, carraspea unos instantes para luego tocar con la llema de sus dedos la mejilla del contrario, recorriendo la extensión de su rostro con el dedo índice, haciéndole sentir las arrugas del guante de seda, deleitandose con la expresión que consiguió, desde la barbilla hasta los labios un camino recto y firme de contacto. El líder militar deja salir de sus labios una risa suave y emifera, luego, la expresión vuelve a tensarse en una indescifrable y su mandíbula se tensa, la sombra que proyecta su sombrero prusiano lleno de plumas cayendo delicadamente por sus hombros le hace ver intimidante, toda aura que posee le hacen ver tan aterrador ante el mundo. Sin embargo, comparte una actitud blanda con quien posee lazos sanguíneos.
HARRYWARDENMYBELOVED
──Ah, sólo mírese, estimado Reich, se ve de aspecto encantador inclusive hasta el día de hoy. Me recuerda a cuando era un niño de cabellos rojizos y rostro inocente.── Su acento es marcado, se nota que a pesar de compartir sangre, no comporten idioma. Pues el prusiano había muerto hacia mucho, quedando poco o nada, extinto, en su idioma natal, las palabras se deslizan con deleite de sus labios. Halagando al menor. ──Debīkan.(Que encantador.)── Sin embargo, un tono de cinismo se detectaba en sus cuerdas vocales, pronunciandolo monotamente, su mirada fría, aquellos penetrantes ojos que miraban fijamente al Reich, clavados cuál estacas. Quito suavemente sus manos unos instantes para luego cubrir la suave he encantadora risa que soltó, fascinado y extasiado de la atención recibida, con los ojos entrecerrados, estirando sus labios en una sonrisa pequeña y agradable. Sin previo aviso, tomo de manera cuidadosa pero a su vez en un agarre firme la barbilla de su nieto. ──Mirame a los ojos cuando estés frente a mí, postura recta, recuerda alzar la mirada aunque estés bajo superiores.── Acató en un tono de voz serio. Y cómo si se tratara de una mala jugada, el prusiano simplemente le suelta de forma brusca, de manera tal cruel he incluso parece jugar con él. Las alas negras cómo el carbón se extienden elegantemente. Envolviendo el cuerpo del hombre de baja estatura casi a la perfección, encontrándose aprisionado por él.
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