Esperó, esperó y esperó, pero él aún no aparecía. Se le encogió el estómago, y se le quebró el alma. Un día más, un día menos. Pero él nunca aparecía. Incluso llegó a rezar a Dios, a pesar de no ser creyente. Por eso, cuando le vio caminar hacia ella, fue corriendo a su encuentro estrechándolo con fuerza, como si fuera la primera vez qué le veía en años.
- JoinedMay 29, 2016
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