iskira-valenrose

Estaré actualizando Mi Pequeño Eclipse, los días: Domingo, Martes y Jueves.
          	
          	Nos vemos este Martes 29 de julio, ¿no hace falta poner el año, verdad?
          	
          	Con mucho cariño, Iskii...
          	
          	

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No sé por qué demonios no están todos leyendo Mi Pequeño Eclipse.
          Esta historia es una traición emocional disfrazada de ternura. Es un abrazo cálido que, cuando bajas la guardia, te clava una espina hecha de memorias rotas y palabras no dichas.
          
          Chūya convertido en niño no es un simple recurso narrativo. Es un símbolo. Es la infancia robada, la inocencia que nunca tuvo, la vulnerabilidad que jamás se le permitió mostrar… y ahora está ahí, confundido, pronunciando mal las palabras, buscando refugio en los brazos del hombre al que, irónicamente, más razones tendría para temer.
          
          Y Dazai… Dazai no está “cuidando” de Chūya. Está redimiéndose en silencio, enfrentando una parte de sí que nunca quiso mirar: la que siente.
          Cada escena entre ellos es una danza entre la risa y el dolor, entre lo que fue y lo que podría ser si tan solo el mundo se detuviera un instante.
          
          Hay capítulos que me hicieron reír con la dulzura de un niño que confunde el brócoli con una amenaza existencial, y otros que me dejaron mirando al techo, con un nudo en la garganta, porque nadie debería cargar con tanto amor callado.
          
          Esta historia no es para entretener.
          Es para recordar.
          Para abrazar lo que fuimos cuando aún no sabíamos defendernos.
          Para comprender que a veces el amor más real es el que no se dice, pero permanece.
          
          Gracias, Iskira, por esto.
          Y si alguien se atreve a decir que es solo un fanfic, le muestro el capítulo de las sombras, y le pregunto si su novela favorita alguna vez le hizo llorar por un eclipse que no era de sol… sino de alma.