Uso tu cuerpo, pues me pertenece.
Cada fibra de tu ser, cada centímetro
de tu piel.
Me deleito con tus pechos,
saboreándolos con mis labios.
Disfruto de tus nalgas, acariciándolas
con mis palmas
azotándolas, sometiéndolas a mis
perversiones.
Disfruto de tu boca, gozando de su
sabor,
del placer que ofreces, del éxtasis que
creas en mi sexo.
Gozo de tu entrepierna, la poseo, la
penetro, la consumo.
Y tu humedad al sentirme…
Tus gemidos al saberme…
Tu explotar al ser poseída.
Uso tu mente, pues me la has abierto.
Juego en ella acariciando tu alma o
torturándote a voluntad
pues eres toda para mi y te hago a mis
deseos.
Te aprendes de memoria tu
pertenencia,
abrazas el pensar que te poseo, que
me adueño de ti
y te dejas llevar disfrutando el collar
de tu cuello.
Correa que soñaste y suplicaste
y ahora guía tu camino, firmemente,
impiadosa,
arrastra tu hoy hasta llevarte a tu
mañana. (Said Ramsés)