Meses. El tiempo soy yo. Pasado, presente y futuro conjugados en la quizás armónica sintonía de las palabras. Desde las relucientes manecillas mecánicas hasta los polvorientos y brillantes dígitos rojos, no importa si soy quien lo sufre o quien lo goza, no importa si se mide en horas o en años... El oxímoron de la eternidad en un instante, es la fuente del tic tac de mi mente.

La Senda Lisa. El camino soy yo. El hecho de que sea lisa, no implica que carezca innumerables variaciones a lo largo y ancho de su incierto recorrido. Es la constante convergencia divergente, que inspira la búsqueda de lo desconocido surcando los límites de la imaginación, y más allá de ellos.

¿Cómo es que puedo ser el tiempo y el camino al mismo tiempo? Siendo la experiencia, unas coordenadas en espacio y tiempo que quedan marcadas en la memoria de quién la vive. La experiencia de un granito de arroz que accidentalmente escapa antes de caer en la olla y resulta atrapado entre las tablas de madera del suelo, o la experiencia de una lágrima que resbala por una mejilla y desaparece en la húmeda punta de un zapato. La coordenada es el detalle que nadie percibe. La Senda Lisa, el camino de todos los tiempos.