◇ D O M I N I C K ;;
Nick estaba frente al espejo, abotonando con desgano la camisa blanca que su madre le había dejado sobre la cama hacía unos minutos. Sus manos se movían lentas, como si cada botón representara una rendición silenciosa. El reflejo le devolvía la imagen de alguien que parecía más un invitado a su propio destino que un participante dispuesto.
—Perfecto, Dom, te ves presentable —dijo su madre desde la puerta, con esa sonrisa tensa de quien intenta ignorar la incomodidad flotando en el aire.
Él solo asintió, sin girarse. La corbata que colgaba del perchero le parecía una soga más que un adorno, pero la tomó igual. La ajustó con un suspiro.
—No entiendo por qué tengo que ir —murmuró, apenas audible.
—Porque es lo correcto —respondió su padre desde el pasillo—. Las familias ya acordaron todo. Solo… sé amable.
Nick cerró los ojos un momento, dejando que la frustración se acumulara detrás de la calma que fingía. Esa cena era solo el comienzo de algo que no había elegido. Una unión arreglada, una promesa que no había hecho, y una chica que apenas conocía.
El reloj en la pared marcó las ocho menos diez. El auto ya lo esperaba afuera. Nick se pasó una mano por el cabello, respiró hondo y se miró por última vez.
—Vamos, que empiece el espectáculo de este circo . . . —susurró, saliendo de la habitación con una sonrisa vacía.