socrarvia
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
socrarvia
Allí, apartó el cabello que caía como una cortina, sus nudillos rozando la piel sensible con un toque que era a la vez tierno y cargado de intención. Se inclinó más, su aliento cálido rozándole la nuca antes de depositar un beso suave pero prolongado en ese punto vulnerable. Luego, con una sonrisa somnolienta que suavizó sus rasgos, dejó que el cuerpo de su chica se deslizara a un lado de él, guiándola con un movimiento fluido pero seguro. Sus ojos brillaron al verla descansar allí, y el cabello le cayó aún más sobre la frente, enmarcando esa expresión entre agotada y satisfecha. Tomó una manta de la esquina de la cama, la desplegó con un gesto amplio y los cubrió a ambos, asegurándose de que ella quedara envuelta en su calor. Bajo las sábanas, su mano buscó la de ella, entrelazando sus dedos con una caricia lenta, mientras su pulgar trazaba círculos suaves sobre su piel, un gesto pequeño pero cargado de ternura que contrastaba con la intensidad de sus latidos──
•
Reply
socrarvia
──Una sonrisita traviesa se coló entre sus labios al verla allí, sentada sobre la cama, tan frágil y dulce, con esa belleza serena que por un instante lo dejó suspendido, como si pudiera pasarse la vida entera contemplándola existir. Su cabello revuelto caía en mechones desordenados sobre su frente, y la camisa negra ajustada se adhería a su torso, marcando cada línea con un aire despreocupado pero magnético. Sacudió la cabeza para recuperar la compostura, y entonces se inclinó hacia ella, estirándose con una mezcla de urgencia y suavidad. Sus manos encontraron los muslos cálidos de su chica, y con un agarre firme pero cuidadoso, la arrastró sobre las sábanas hasta tenerla justo frente a él, sus cuerpos alineados en una cercanía que hizo que el aire entre ellos vibrara. Estaban sentados cara a cara, tan cerca que podía sentir el calor que ella desprendía. Su mano derecha se posó en la cintura de su chica, los dedos rozando la curva de su piel con una presión sutil pero posesiva, mientras con la izquierda apartaba un mechón de pelo rebelde detrás de su oreja. Lo hizo con una delicadeza casi reverente, dejando que las yemas de sus dedos se deslizaran por el lóbulo, deteniéndose un segundo para trazar su contorno antes de bajar lentamente hacia su cuello.
•
Reply