La víctima, que no era humana, me contempló de lejos, y sentí ganas de llorar pese a saber que aquello no era una persona ni podía experimentar sensaciones. Pero lo parecía, sin lugar a dudas. Unos ojos profundos, suplicantes, que de algún modo gritaban «¡auxilio!» y solo yo podía oírlo, como una punzada en la sien, sumada a la impotencia y con una dosis de rabia. Y sí, lo sé, él solo era un androide, una máquina capaz de imitar emociones, pero jamás de sentirlas. Pero yo no, yo era humano, y en su porvenir me vi a mí, descuartizado por una marabunta sedienta.
~~~Aviso tarde, para no perder la costumbre . Ayer actualicé "Bajo los neones" ~~~~
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