Todos los golpes de una misma tanda,
sin poder respirar,
sin poder tan siquiera pensar.
No hay sangre,
ni moratones,
y aún así todo duele.
Duele,
pues los golpes van cargados,
de verdades,
de errores,
de tropiezos con la misma piedra.
Duele.
Duele cada vez más.