"Los tres adolescentes giraron sus cabezas al mismo tiempo cuando escucharon el fuerte estruendo de la puerta del microondas cerrarse de golpe.
—Eh... ¿Adam? —Salem habló, acercándose al niño que estaba de puntillas junto al microondas y parecía estar observando a través del cristal de la pequeña puerta— ¿Que haces?
—Había una mosca —Declaró el pequeño, con una adorable sonrisa entusiasta, mientras sus deditos seguían agarrados al borde de la mesada.
—Tu papá me dijo que no te dejara tocar el micro... ¿Qué? —Parpadeó, inclinandose para ver a través de la puertita de vidrio.
Efectivamente había una mosca volando dentro del aparato, como si buscara la salida.
—Había una mosca —Adam repitió, sin siquiera mirar a Salem y estirando su pequeña mano hacia el cronómetro del microondas— Quiero ver que pasa si la dejo ahí mientras está encendido....—Explicó, luego su carita se iluminó y su sonrisa se hizo más amplia mientras volteaba hacia el mayor— ¡¿Crees que explote?!
Los dos chicos detrás de Salem intercambiaron una mirada confundida mientras el rubio, igual de extrañado, cargaba al pequeño Adam para que pudiera ver mejor sin riesgo de caerse.
Si Salem era honesto, Adam era un niñito muy dulce, pero a veces era un poco extraño."