— Nikko. — Cierto "excéntrico" personaje pronunció detrás del líder de unidad. Un tono más serio del que usualmente usaba para él, siendo que hasta la voz chillona con la que hablaba se había esfumado por dios sabe dónde. — Nikko Madarame. — Volvió a llamarle, con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho, un pie golpeando ansiosamente el piso con fuerza. ¿La razón del aparente enojo? era más estúpida de lo que uno creería.
— ¿Tú tomaste la botella de mi mochila? — Una botella perdida no merecía tal actitud, menos cuando acostumbraba a dejar que sus compañeros tomasen sus cosas sin más, pero podría ser que escuchase de parte de otro estudiante (uno que se creía un pez) que las salas estuviesen embrujadas, y gracias a eso, su fyp en las redes sociales se ha llenado de cosas relacionados al otro lado y le han bombardeado videos de actividad fantasmal. Cosa que lo había dejado con los pelos de punta, y aun más alerta a sus alrededores. Un mínimo ruido lo hacía saltar cual gato asustadizo, entonces que un objeto de él "desapareciera" en el aire, llevó a su inmensa imaginación a volar por ahí sobre la posible presencia de actividad paranormal en el lugar. Que se les hiciese tarde practicando como de costumbre y el ambiente frio de afuera del edificio y oscuro, tampoco ayudaba a los escalofríos constantes que le pasaban en la espalda. Pero claro que no iba a admitir que creía en fantasmas, eso era cosa de niños miedosos, cosa que Eros NO era... tal vez.