Curiosamente, a la hora de definir qué es un ser humano, tan solo un científico piensa
en criterios como caminar erguido o tener unos dientes caninos pequeños que se usan
para masticar, pero no como arma. La inmensa mayoría de las personas, aún sin ser
conscientes de ello, piensan en temas relacionados con los ámbitos que explora la
Neurociencia: somos el mono que habla, que cuenta historias alrededor de una
hoguera, que escribe cuentos de hadas, que hace música, que baila, que comete
genocidios; somos el mono cuyo cerebro creció, cuya apuesta evolutiva no fue la fuerza
o la rapidez sino la inteligencia, somos el mono que entierra a sus semejantes, que
consiguió volar, que bajó a las fosas oceánicas y subió al Everest, que no se conforma
con una existencia cómoda, que anhela encontrar otros seres inteligentes en la galaxia,
que busca una explicación a su existencia.
Estoy estudiando la Neurociencia y es que esto es del alma