— Bien. Te llevo a casa. Sí quieres.
Asentí.
— Gracias, Billie.
La guíe hasta que por fin llegamos.
— ¿Vives aquí? ‐preguntó algo sorprendida.
— Nos mudamos ayer, es casa de mis abuelos.
— Que linda casualidad. Vivo en frente ‐dijo señalando su casa.
— Parece que nos veremos más seguido, Billie.
— De hecho, hoy en la noche. Tus abuelos nos han invitado a cenar. Nuestras madres parecen ser amigas.
— Y más casualidades. Bueno, te veo esta noche, Billie.
— Envíale saludos a tus abuelos de mi parte.
— Lo pensaré...
— Hasta luego, Ada.
Salí de su coche y sin mirar hacia atrás, me adentre a casa.