sweettsama

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No pensaba perder la esperanza, no tan pronto, no tan rápido…
          No en esta vida.
          
          Amaba a Izuku y no podía solo dejarle en donde mierda fuera que estuviese sufriendo o… O solo el Dios inexistente que hubiera en los cielos sabía lo que le estaba pasando a aquel pecoso.
          
          Deseaba poder verle, tener a su lado aquella cita que jamás tuvieron y quizás ser rechazado después.
          No le importaba.
          Solo deseaba verle con vida una sola y última maldita vez.
          
          Así que de eso se ocupó, de esparcir esperanza, de creer, de revivir la imagen de aquel sonriente peliverde entre flores.
          No podía…
          No debía dejarle, era su obligación encontrarle.

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"Alternó su peso de un pie a otro con pequeños saltos mientras esperaba a que el ascensor llegase a su piso, entrando a este y pulsando el botón de su piso con emoción.
          
          Iban a ir juntos a un restaurante que Izuku había elegido, uno simple y barato pero que servía comidas deliciosas (Se había negado a ir al lugar caro que Shoto le había propuesto, no le iba a obligar a pagar un precio exagerado por una primera cita que ni siquiera sabían si iba a salir bien.
          
          Salió del ascensor, tropezando al ir demasiado acelerado, sacando nervioso las llaves de casa de su bolsillo, intentando abrir la puerta en tanto que los inevitables nervios sacudían su cuerpo.
          
          Sintió de pronto como alguien daba un par de golpecitos en su hombro, girándose con una sonrisa al pensar que era su vecina de enfrente, una amable anciana que tenía varios perros, siempre estaba intentando ayudar a todos sus vecinos.
          Era alguien agradable, por lo que no dudó en girarse para saludarla.
          
          Lo que le dejó confundido durante los escasos microsegundos que le quedaron de consciencia fue que no era su amable vecina, sino alguien que le acababa de golpear en la cabeza con Dios sabía qué.
          
          No dolió demasiado, su visión se volvió completamente oscura mientras que notaba como el contrario le arrastraba por el pasillo.
          No logró oír nada, todo se apagó.
          
          Fue como si hubiesen activado el interruptor de apagado en él, como si ya no hubiera nada.
          
          En las oscuras pesadillas de aquel día pudo ver con claridad a un raro hombre de cabellos cenizos."