Voy a sincerarme. Cuando te conocí supe que tú tenías algo diferente, desde que te escribí la primera vez y me dijiste que tú serías mi amigo; desde que fui a verte a tu casa para salir y abriste la puerta con esa hermosa sonrisa en tu rostro, esa que va acompañada con unos perfectos hoyuelos que te hacen lucir precioso. Amé ese día, porque a pesar de ser nuestras primera salida, me divertí mucho estando a tu lado, y se que también tú; contigo me sentí completo, me sentí vivo y supe entonces que no necesitaba a nadie más. No quería, ni quiero a nadie más.