Dulce alma destellante, no
podría hallar las palabras
adecuadas para describir
cuánto te amo.
Anhelo sólo tus brazos y el
receso que sólo tu corazón
sabe brindarme ; una
pequeña pausa ante todo el
caos, eres tú.
Me haces creer que el amor
puede ser el acto más puro
que un humano puede brindarle
a uno de sus semejantes.
Quiero escribirle justamente
a mis anhelos, a tus ojos :
estoy perdido en ellos, sin
remedio, también en tu
sonrisa, en la manera en que
ambos brillan y dejan ver la
pureza que de ti emana . . .
Incluso de cómo tus mejillas
se abultan y dejan ver todo lo
que los años denotan.
Pero tu brillantez nunca oculta
ni equipara para dejar de lado
la divinidad que compone tu etéreo ser.