Sé que he estado ausente por mucho tiempo, pero no puedo quedarme callada ante todo lo que está pasando en mi país, Perú.
Un país donde matan a trabajadores, a transportistas, a personas que tienen familias, que son padres, hermanos, hijos y hasta abuelos. Personas que salen cada día a ganarse la vida con esfuerzo, pero muchos ya no regresan a casa.
Me llena de impotencia y rabia ver cómo la presidenta y el Congreso no hacen nada, cómo se limitan a decir “no tenemos la culpa”, cuando sí la tienen. Tienen la culpa por no actuar frente a la delincuencia, por no proteger la vida de los trabajadores, por permitir que la corrupción siga enraizada en cada nivel del Estado.
Políticos, jueces, policías, presidentes… todos los que se callan a cambio de dinero son igual de responsables. Este gobierno, y aquellos que no pueden empatizar con el sufrimiento de los transportistas, simplemente no quieren ver la realidad del país.
Un país que se desangra, mientras los que deberían cuidarlo miran hacia otro lado.