Los mismos niños que quería crucificar hace una década juegan ahora en el parque, los miro desde lejos pero aún así los escucho murmurar "el es malo, no se acerquen" es patético.



Los veo llorar en el sótano, rogando por sus vidas mientras charcos de sangre están a su alrededor, uno de ellos llama mucho mi atención, su cabello rubio y sus ojos azules.


Porque incluso un demonio puede enamorarse, mientras veo la cara de ese niño llorando repitiendo las palabras "déjame ir" mi sentimiento hacia el aumenta, y siendo sincero no lo dejaré ir.


"No lo dejaré ir" creo que rompí mi promesa, él escapó.


Han pasado varios años desde la última vez que vi a ese chico, porque incluso en sus ojos veía el mismo cielo y el en mis ojos veía el mismo infierno.


Porque un demonio se enamoró perdidamente de un ángel.