writtenbyiri

Hola, hola, hola.  Sí, ya lo sé. La mayoría estáis preparando mi ejecución después del final de Fuera de Juego. Y con razón, auch. Pero tranquilas, que hoy no vengo a hablaros de Ash, ni de Mack, ni de los Evans, ni de los Lancaster. (Sorpresa.)
          	
          	Vengo a hablaros de… ¿otro libro?  Sí. Otro. Completamente distinto.
          	Uno pequeñito.  Uno que escribí en poco más de una semana, cuando la ansiedad pre-selectividad me tenía frita, colapsada y necesitaba una vía de escape (spoiler: llorar no era suficiente). Así que, como buena alma nostálgica, me puse a releer un librito que muchos dicen que es para niños pero que en realidad es para adultos que ya han olvidado que lo fueron.  ¿Os suena El Principito? Pues eso.
          	
          	Volver a él me recordó lo que muchos olvidamos: mirar el mundo con ojos de niño, imaginar sin miedo, soñar sin límites, ver magia en lo simple. Y de esa sensación nació este nuevo libro.
          	
          	Es distinto a lo que suelo escribir, sí. Pero “distinto” no es malo, solo… nuevo. Hay amor, hay dolor, y sí, y a veces un libro con doscientas páginas te enseña más que uno de seiscientas. O, tal vez no te enseña nada que no supieras, sino que simplemente, te recuerda cosas que habías olvidado.
          	Así que, si todo va bien (y si mi caos vital me lo permite), mañana —o incluso hoy— os subo el prólogo. Y me encantaría que le dierais una oportunidad.
          	
          	No os prometo un chisme inmenso, ni fútbol, ni besos bajo la lluvia. Pero os prometo corazón.

writtenbyiri

Hola, hola, hola.  Sí, ya lo sé. La mayoría estáis preparando mi ejecución después del final de Fuera de Juego. Y con razón, auch. Pero tranquilas, que hoy no vengo a hablaros de Ash, ni de Mack, ni de los Evans, ni de los Lancaster. (Sorpresa.)
          
          Vengo a hablaros de… ¿otro libro?  Sí. Otro. Completamente distinto.
          Uno pequeñito.  Uno que escribí en poco más de una semana, cuando la ansiedad pre-selectividad me tenía frita, colapsada y necesitaba una vía de escape (spoiler: llorar no era suficiente). Así que, como buena alma nostálgica, me puse a releer un librito que muchos dicen que es para niños pero que en realidad es para adultos que ya han olvidado que lo fueron.  ¿Os suena El Principito? Pues eso.
          
          Volver a él me recordó lo que muchos olvidamos: mirar el mundo con ojos de niño, imaginar sin miedo, soñar sin límites, ver magia en lo simple. Y de esa sensación nació este nuevo libro.
          
          Es distinto a lo que suelo escribir, sí. Pero “distinto” no es malo, solo… nuevo. Hay amor, hay dolor, y sí, y a veces un libro con doscientas páginas te enseña más que uno de seiscientas. O, tal vez no te enseña nada que no supieras, sino que simplemente, te recuerda cosas que habías olvidado.
          Así que, si todo va bien (y si mi caos vital me lo permite), mañana —o incluso hoy— os subo el prólogo. Y me encantaría que le dierais una oportunidad.
          
          No os prometo un chisme inmenso, ni fútbol, ni besos bajo la lluvia. Pero os prometo corazón.