Atrapada en el olvido, con el eco de mi voz siento, tan solo, mi amigo. Encerrada entre cuatro tormentos y desesperada por el lejano sonido del viento. 
Quise preguntarme el lugar del que vengo, alzar la mirada. Soñar con el vuelo de unas alas rotas, quebradas por la tempestad de sus palabras. 
Y el pánico azotaba cada pluma que caía, removiéndola sobre los adoquines de fríos de la celda. Entre los recovecos resquebrajados del adiós, se escondía mi nombre. 
¿Tenía? Emoción, angustia. La más absoluta desesperación. Quise llorar, soltar alguna lágrima que tristemente representase mi vida. ¿A dónde fue? El demonio se la llevó, quiso atesorarla para él, dedicarle un tiempo que nadie tenía. 
Observar la evolución de la vida, de mi muerte. Marchito cuerpo que apenas puede moverse. 
"Ten, entrégale la sonrisa perdida al ángel guardián. Él podrá sacarme con recuerdos de este lugar" Pues entre cajas de dulces melodías perdí el reloj que indicaba el cambio de estación. 
Frustrada en el tiempo que compartí contigo, amarga soledad. 
Libérame de las cadenas que apresan estas manos cansadas, amigo del olvido. Imploro y suplico el fin de mi torpe existencia gris.