──ah... muchas gracias, usted... tú también eres muy bonita── mantiene su rostro circunspecto, aunque por unos pequeños segundos bajó la cabeza para ocultar la vergüenza que le produjo aquel halago; se lo solían decir, pero aquello sonó muy especial, sonó al encomio que daría una persona naturalmente a un igual.── soy Sofía, ¿y tú?