4. CUATRO

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El mensajero de Zeus había sido muy claro.

Izuku debía volver a la tierra ya.

Eran casi seis meses de su estadía bajo el mundo donde creció y parecía que cada minuto que pasaba allí, se enamoraba más de su esposo y su entorno.

Sin embargo, el reino de los muertos cada día era más poblado, todo los días llegaban cientos de muertos por casi las mismas causas; frío, hambre, enfermedad.

Shoto se lamentaba cada que Izuku no estaba cerca suyo, sabía lo que pasaría tiempo después y eso lo dejaba devastado.

— ¡Debe haber otra forma, Shoto! — Reclamó su joven esposo con los ojos totalmente cristalizados de lágrimas — Me niego a vivir sin ti, sin este lugar, sin cerebro, ¡Quisiera morirme primero! — Su respiración era totalmente irregular y cortaba las palabras cada tanto.

El ya destrozado corazón de Shoto terminó de hacerce añicos con esa imágen.

— Perdóname mi amor — murmuró concentrando todas sus fuerzas en no romper en llanto con él. — Perdóname por favor. — Su voz ya había dejado de sonar firme y dura como siempre. Estaba quebrada.

Shoto alistó la carroza para su amado, con el corazón en la mano preparó las cosas para su despedida.

Tan patético se veía que Hermes le tuvo compasión. Ayudaría a la pareja.

— Hades. — Lo llamo por su otro nombre.

Shoto se limpió las lágrimas para hablar con él.

— Dime.

— Él tiene una forma de quedarse — Habló — Dale una semilla de granada.

¡Oh mierda divina! ¿Cómo se le había olvidado aquello? Era más que obvio.

Dejando totalmente de lado la preparación del transporte de su amado, corrió haciendo a un lado a aquel mensajero directamente a los jardines grises de su palacio, tomó un fruto del granado y lo arrojó al suelo con ansiedad.

Tomó el trozo de fruta roto manchando sus dedos con el jugo de este y fue apresurado al cuarto que compartía con su esposo.

— ¡Izuku! Amor mío — abrió la puerta de golpe — ¡Ten, toma y come de esto! — desesperado colocó doce sillas de la fruta en las manos de Izuku. Él no entendía muy bien lo que hacía Shoto

— ¿Uhmm, qué? — preguntó confundido

Shoto señaló las semillas y luego su propia boca y fingió masticar y tragar.

— Comerás esto y te quedarás conmigo por siempre, no te podrás alejar de mi lado pues pertenecerás al Inframundo — Soltó rápidamente con emoción.

Izuku miró las semillas algo indeciso.

¿Era correcto? Aquellos humanos inocentes estaban muriendo a causa de su madre... Pero él amaba a Shoto demasiado ¿Por qué era tan difícil?

Empezó a tomar una a una las semillas metiendolas en su boca, trangandolas sin masticar.

Solo seis semillas. El resto las apretó en su mano.

— ¿Qué haces? ¡Come el resto mi amor!  — pidió. Mas Izuku negó con la cabeza

No podía ser así de egoísta, se molestaba con su madre por castigar a los humanos y demás seres vivos por simplemente quedarse allí. Sería igual que ella.

Con el corazón en una mano sonrió triste a su amado y devolvió el resto de las semillas.

— Las bellas criaturas de arriba no se lo merecen. — Persefone sintio como si fuera que le apuñalaban las garganta con una daga en llamas al decir esas palabras.

Hades entendió la decisión de su esposo adorado y como siempre la respetó, aunque le doliera en el alma y quiera morir.

Pero no podía hacer nada tampoco, el había jurado proteger a esos humanos a toda costa y este era uno de los precios. Tenía tantas ganas de arrepentirse...




Izuku bajó de la carroza negra que había preparado con cara de querer morir. Ni siquiera ver a su madre luego de meses lo hizo sonreír.

Ella lo abrazó y él correspondió pero sin ganas.

Sentía que estaba muriendo.

Pero debía hacerlo. Necesitaba hacerlo por aquellas criaturas que amaba.

Porque al final, él y su amado se volverían a ver y no desperdiciaría un solo segundo a su lado.

Al lado de su amor.

Su Shoto.

Inframundo [TODODEKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora